jueves, 21 de agosto de 2008

Malicia. Parte 2

Al transcurrir poco más de una hora, me sentí como un idiota, me levanté y resignado cargue mi guitarra y empecé el camino hacía mi casa. Cuando llegue, vi mi cama sin hacer y me recosté en ella, al poco tiempo concilié el sueño. Cuando abrí otra vez mis ojos, me levante lentamente como lo había hecho esa mañana y para mis adentros pronuncie:

“Mierda. Lo has vuelto a hacer” .


La vería en unas cuantas horas, eso era ineludible. Ese domingo la pase muy intranquilo, cada que recordaba que la vería tenía la misma sensación en el cuerpo que cuando alguien te da un susto. Solo dormí un par de horas, después me levante, me vestí y me fui hacia el colegio. El ver a mis compañeros por la mañana, me sacó una sonrisa, pero como es de costumbre en mí, solo superficial. Después de algunas clases, dieron el toque para el descanso y yo salí a dos metros del aula para recargarme en un barandal, cuando me di cuenta de que ella venía hacía mí, no me moví. Ella se paro a mi izquierda y yo no me voltee a mirarla.

-Discúlpame, por favor. Lo que hice no tiene madre. Lo que hice no se debe hacer. ¿Me perdonas?

Callé y trague mi orgullo (otra vez) deje pasar unos segundos y después con la cabeza asentí mientras la bajaba a donde estaban recargados mis brazos. Ella tenía que ir a otro lado.

-¿vienes?
-Sí.

La seguí hasta unas oficinas, allí ella realizo lo que tenía que hacer, yo mientras tanto daba vueltas en circulo como animal enjaulado. Allí pensé mucho. Cuando ella termino, subimos hacia donde originalmente me había encontrado. Y rompí el silencio.

-¿A que hora saldrás?
- A las tres.
- ¿Quieres que te espere? Y quizás poder hablar.
- No, mejor otro día.

Volví a asentir con la cabeza y a expresar una sonrisa frívola. En ese momento me sentí otra vez justo a un paso de volver a hundirme, como hace mucho tiempo me había ocurrido. Tenía la certeza de que a ti no te importaba la situación, en lo absoluto.

Pasaron tres días de eso, ya me había hecho a la idea de que todo se había ido a la mierda. Y me habló tu prima J.

-¿Por qué no hablaste con ella?
-Lo intenté hace unos días pero no se dio.
-¿y ya? ¿Te vas a dar por vencido tan rápido?
-No es eso, es que no veo que exista un interés.
- La conozco, se que lo hay. Eso no lo dudes jamás. Además hoy iban a hablar en el descanso ¿no? Y preferiste quedarte con tus amigos.
- Jamás quedé con ella de hablar en el descanso.
- mmm… ella me dijo que si.
- …
- ¿Por qué no le hablas ahorita, que está allí?

Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden, la conocen, pero no llegan a ella. No quería forzar la situación, me faltaba voluntad y valor para acercarme a ella. Yo deseaba que ella regresara a mi lado, se lo quería hacer ver. Siempre tuve presente que ella era necesaria en mi vida, pero no indispensable.

Fuí y me senté solo en una banca lejana de donde había estado hablando con J. Y sin previo aviso, mi amigo Héctor venía hacía mí y no solo eso, venía con ella. Se sentaron junto a mí y el comenzó a hacer incomoda su propia presencia. Nos dejó solos y justo en ese momento antes de que cualquiera de los dos hablara, habían tocado para señalar que el descanso había terminado. Ella subió enseguida. Me pusé a pensar y decidí que hoy sería la ultima vez que le propondría hablar, si me decía que no, estaba completamente seguro de que ahí se acabaría todo. Que mentira.

Jamás me había sentido así por nadie, era muy extraño, me sentía estresado, con mucha ansiedad y con la seguridad de que en cualquier momento me hundiría. Cuando llegó la hora de salir, la bajar por las escaleras, mierda, se veía tan hermosa. La miré, me miró y nos acercamos.

-¿quieres hablar?

Me sonrío y puso una mueca que me destrozo por dentro, mientras asentía. Salimos y emprendimos camino hacía su casa, en el camino hablaríamos.

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