miércoles, 13 de agosto de 2008

Malicia. Parte 1

Ella me citó un sábado, la fecha no era para nada algo especial. Cuando llego el sábado, recuerdo que la noche anterior solo pude dormir un par de horas, me levanté de la cama de una forma lenta, fui saliendo poco a poco, puse mi primer pie en el suelo y después bajé el otro, con un ardor agradable en los ojos bostecé y estiré mis brazos hacia arriba. Al término de un rato me metí a duchar, el agua estaba caliente y empapaba en su totalidad mi espalda, mientras mi mente no se cansaba de divagar.

La noche anterior me presente con mi banda, había bebido demasiado y por la mañana tenía que presentarme a ensayar. Tome del closet un pantalón y la primera playera que la vista me mostró, cuando abrí la ventana la luz me molestaba así que tomé unos lentes obscuros y emprendí camino hacia la casa de Ernesto. Me fui caminando, puesto que tenía ganas de estirar las piernas y pensar que faltaban solo unas para verla, después de más de un año que se mantuvo alejada de mi vida, siempre estuvo ahí físicamente pero nunca hablábamos, por viejas heridas. Pero me emocionaba el simple hecho de volver a hablar con ella, de quizás volver a poseer ese mundo que alguna vez fue mío.

Cuando al fin llegué, Ernesto me dijo que solo faltaba yo, pedí una disculpa y nos pusimos a ensayar. En los últimos meses en ninguna presentación canté como en ese ensayo, no lo sé, quizás me influía demasiado lo que en unas horas quería que pasara. Cuando el reloj marcaba que faltaban quince minutos para las tres de la tarde, me despedí y partí hacía el punto señalado. Estaba haciendo bastante calor, y cada paso que daba me pesaba más la guitarra que traía adentro de su estuche en mi mano. Llegué donde ella me cito, recargué la guitarra en la jardinera y me senté en la misma.

Habían pasado ya cinco minutos y ella no aparecía, la sombra del árbol me era muy placentera, mientras podía ver como jugaban dos amigos en la calle, una joven esperaba su transporte y un perro se encontraba acostado en la sombra. Vi mi reloj y ya se habían pasado otros quince minutos, tomé mi teléfono y le envié un mensaje que decía: “Ya estoy aquí, te estoy esperando” y después de eso pasaron lentos los minutos, quizá hasta se podría decir que dolorosamente. Cuando pasaron otros veinte minutos volví a enviarle otro mensaje diciendo: “¿vendrás? ó dejo de hacerme estúpido” y a pesar que paso más tiempo, jamás hubo respuesta y por supuesto jamás llego ella.

Al transcurrir poco más de una hora, me sentí como un idiota, me levanté y resignado cargue mi guitarra y empecé el camino hacía mi casa. Cuando llegue, vi mi cama sin hacer y me recosté en ella, al poco tiempo concilié el sueño. Cuando abrí otra vez mis ojos, me levante lentamente como lo había hecho esa mañana y para mis adentros pronuncie:

“Mierda. Lo has vuelto a hacer”

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...