Hoy no fui a la escuela, justo cuando me estaba levantando me dije:
-Mi mismo, hoy es uno de esos días, quedate en la cama, veras que valdrá mas.
Y me hice caso. Entonces, aproveche la
mañana para irme a
fresear a cualquier lado, y mi ruta
empezó parando a casa de un amigo para recoger unos discos y un amplificador, claro,
acompañado de un tequila para terminar de despertar.
Después fui a comprar un par de discos, una playera de los
Misfits que me gusto mucho y una
pulcera de calaveras que
también me gusto. Hasta
aquí todo iba bien, todo, hasta que
decidí ir a plaza
Coacalco a ver el precio de unos bajos y comprar una revista de partituras.
Cuando iba feliz rumbo a la parada,
sentí un golpe en la parte de abajo de la espalda, osea en mi culo. Si,
creanlo o no,
recibí una patada en el culo (que no es la primera ni la ultima vez) pero ese no fue lo importante, el detalle estuvo en quien me dio la patada. Cuando me di la vuelta para identificar a mi agresor, resulta que era mi
exnovia, M.
Cuando la vi
ahí parada con esa sonrisa de
"Yo no hice nada", con los
aretes que hace un par de anos le regale y esa blusa escotada que siempre me gusto me quede serio
mirándola a los ojos, como si no la hubiera visto en mi vida, hasta que le
sonreí y
rompí el hielo y le pregunte como estaba,
-Bien, no me quejo aun- Eran las cuatro de la tarde,
así que la invite a dar una vuelta por aquella plaza y
después a dejarla a su casa (como hace mucho tiempo lo
hacíamos) y como es
clásico, recordando esos
días que hoy son ya lejanos, viendo lugares ya recorridos, riendo, haciendo preguntas, actualizando
información personal, intercambiando
teléfonos, hasta llegar al punto final del recorrido, su casa.
Como en muchas
ocasiones, me
senté en una banqueta, que al sentarse permite ver un poco de la ciudad desde arriba, tal pareciera que en ella no pasaron los anos, no como en las casas, que a algunas les faltaba ya pintura y otras simplemente cambiaron. Ella se
sentó junto a mi y seguimos hablando de todo, hasta que llegaron dos eventos ineludibles en este tipo de reencuentros,
-Oye, ¿Te puedo hacer una pregunta?- dijo, mientras recargaba su cabeza en mi hombro.
-Si, claro- respondí sin titubear
-¿Porque cortamos?- pregunto muy muy seria.
-Pues es que duramos lo que teníamos que durar- respondí sabiendo que eso no
bastaría -si, con esa respuesta he podido levantarme cada día- dijo en otro tono. Yo no pude hacer otra cosa que voltear a mirarla
así; ¬¬
Por lo menos me salve de que
hiciera mas preguntas. De lo que no me salve es de (...)
Y al final, todo quedo como
película,
prometiéndonos algún día irnos a vivir a Morelia para vivir de la tierra y de nuestro amor, como ella siempre quizo y yo me negué rotundamente darnos otra segunda oportunidad y frecuentarnos mas a menudo.
No se, ¿seria bueno?