Fue un dieciséis de febrero de hace ya un par de años. Eran las nueve de la mañana y yo permanecía todavía acostado en mi cama, viendo el techo y siendo chingado por los primeros rayos de sol que se colaban desde la ventana directo a mi rostro. Era un día normal ó eso parecía. El teléfono sonó y me dio pereza levantarme para contestar. Me dieron las once de la mañana así. Y volvió a sonar el teléfono, de igual forma, por pereza no fui a contestar, pero lo hizo mi madre.
Enseguida, corrió a mi cuarto toda alarmada diciéndome que era Yessica, que se iba, que no le explico bien y que quería hablar conmigo.
Me levante en chinga.
No sabía que esperar ni que pensar, todo paso tan rápido, el corazón me latía demasiado rápido y cuando conteste, si, era Yessica. No entendía nada de lo que me decía por que se oía mucho ruido y ella lloraba, me gritaba y volvía a llorar.
Cuando la tranquilice, me dijo que se iba a mudar Canadá qué no había encontrado ni la forma ni el momento para decírmelo.
-Perate ¿Dónde estás?
-Ya estoy en el aeropuerto
En ese momento todo mi mundo se derrumbo. Supongo que eso fue lo que marco un antes y después en mi vida. No entendía nada y era algo que no estaba en mis manos.
Y hoy, después de miles de cosas que ocurrieron después de ese día, hoy me gustaría mirar hacia el cielo y dejar ir ese recuerdo como por obra de magia.
Aunque sepa que mañana volverá.
2 comentarios:
Ay que joto xD
Waaaa malditos recuerdos... pero tendremos que aprender a vivir con elloooos
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