jueves, 14 de abril de 2011

Me duelen las ampollas de mis ampollas.

Bien, aquí va la odisea;

Me fui a pie todo el recorrido del suburbano porque estaba hasta la madre de gente, llegué a Buenavista, y transbordé al metro que también estaba hasta la madre de gente, transborde un par de estaciones y hasta llegar a la estación Jamaica, como no conocía tuve que preguntar y caminar, hasta que llegué al Mercado Jamaica. Me metí al mercado, caminé entre los pasillos y busqué y busqué algo nais para dárselo a mi Karen, encontré un arreglo grande, muy grande, que tenia un aza para transportarlo, el problema fue que como el arreglo era muy grande, por ende era muy pesado y la fuerza de mis hombros es igual que el de una quinceañera con tuberculosis.

Así que como pude, cargué el arreglo y caminé de regreso al metro, volví a transbordar un par de estaciones para regresar a Buenavista. Llegando, noté como ya el tiempo no era mi aliado y mi situación era todo lo contrario, ya estaba contrareloj así que como me lo permitieron mi cuerpo deshidratado por el calor, mis hombros de señorita y mis piernas, corrí hacía la estación del metrobus para emprender la última parte de mi recorrido.

Cuando terminé de subir las escaleras de la estación para tomar el metrobus, oh sorpresa, ¿Que me deparaba el destino? un chingo de gente, de verdad, un chingo. Y ya saben ¿no? cuando uno tiene prisa, un minuto es eterno, bueno, aparte de la gente, el metrobus se tardo en pasar como quince pinches minutos, quince. Repito, yo ya estaba contrareloj así que en cuanto llegó el metrobus, apliqué la misma que el Mucha Lucha en el metro: meterme la mano a la camisa fingiendo traer un arma debajo de ella mientras espero que corran alarmados y así yo entrar cómodamente agarré mi arreglo de flores, me lo puse en la cabeza y me metí a la de si ó si empujando y haciendo a un lado a todos con mis débiles bíceps.

Y si, oh valla que me llevé mentadas de madres y amenazas de muerte. Y como repito, había un chingo de gente, no alcancé lugar sentado, así que me tuve que ir de pie todo el trayecto de 45 minutos, claro mientras con un brazo sostenia el arreglo que tenía en mi cabeza para que no se cayera y con el otro brazo me agarraba como teibolera del tubo para no irme de lado.

Obviamente como es lógico en todos los cuentos de esta índole, llegué tarde, no tan tarde, pero si me afecto, entonces cuando me bajé del metrobus, corrí a mi destino como si estuviera siendo perseguido por algún depravado sexual.

¿Y todo para qué? para que un pinche policia gordo apareciera frente a mí y me dijera;


Puta, en ese momento sentí la necesidad de sacar las llaves de la bolsa de mi pantalón y abrirle el estomago para bailar una polka sobre sus tripas, pero me dolían mucho los hombros y la mamá de Karen estaba ya a unos cinco metros de mi y todo mundo sabe que es imposible bailar una polka sobre las tripas de alguien cuando se esta adolorido además de que esta mal visto hacerlo frente a la mamá de tú novia.

Así que me tranquilicé, le dejé el arreglo a su mamá y fui a lo que iba; a ver a Karen. De pie, para variar. Después, me pudé sentar un rato mientras platicaba con su mamá y jugaba con las flores que tenía entre mis piernas.


Y ya, después de eso. Me regresé de la misma manera, subí al metrobus para llegar a Buenavista y de ahí tomar el suburbano. Ah! lo olvidaba, también de pie porque había mucha, mucha gente ¬¬

Me duelen las ampollas de mis ampollas, sniff...

2 comentarios:

Gerardo Taker dijo...

Jajajajaja no mames, te echaste toda una odisea wey.

Lo bnueno es que con dolor de ampollas os in él, lograste el cometido, no?.

Saludos!

Jonathan dijo...

Exacto Taker, jaja este tipo de cosas es la que nos diferencia a los hombres de los payasos *saca el pecho*

Saludos!

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