miércoles, 30 de enero de 2013

Y no encontré nada.


Me siento envenenado esta noche, meado encima, usado, desgastado hasta los huesos. Creo que la multitud, esa multitud, la Humanidad, que siempre me ha resultado difícil de soportar, está ganando finalmente la partida. Creo que el gran problema es que para ellos todo es una repetición de la jugada. No tienen frescura. Ni el más pequeño de los milagros. Se arrastran hacia adelante y me pasan por encima. Si tan sólo, por un día, viera a UNA persona hacer o decir algo que se saliera de lo habitual, me ayudaría a sobrellevar las cosas. Pero están rancios, llenos de mugre. No hay la más mínima elevación. Ojos, orejas, piernas, voces, pero... nada. Se coagulan dentro de sí mismos, se engañan para ir tirando, fingiendo estar vivos.

Era mejor cuando era adolescente, y aún seguía buscando. Merodeaba por las calles de la noche, buscando, buscando...; alternando, peleándome, buscando... No encontré nada. Pero el cuadro completo, la nada, todavía no se habían perfilado. Nunca encontré realmente a un amigo. En cuanto a las mujeres, había esperanza cuando conocía a una nueva, pero sólo al principio. Desde muy joven lo entendí, dejé de buscar a la chica de ensueño; sólo quería una que no fuera una pesadilla.





LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...