martes, 14 de septiembre de 2010

Y así, Ad Infinitum.

Felicitaciones a Halloween. En serio. Por fin lograron hacer que un perfume no huela a cachalote destripado con clase. La química, dicen, es lo de hoy. Y yo, obediente, hoy me metería toda la química que me quepa en las venas, si eso me ayudara a dejar de pensar en ti.

Porque ese maldito olor me recuerda a ti.

Como decía un anuncio cursi que alguna vez leí: "La fragancia de ayer, aún aquí."
Y sí, cabrón, aquí está.
Aquí sigo, derrotado, hecho mierda, revolcado en mi cama que todavía huele a ti, como si tu fantasma tuviera la decencia de quedarse a vivir en mis sábanas. En el baño también estás. En mis libros. En los discos. En el aire.

Mi refugio apesta a ti.
Me hundo en él como un gato moribundo que arrastra sus tripas para morir bajo una casa ajena. Todo es una especie de altar inmundo al recuerdo de una mujer que ya no está, pero que sigue jodiendo como si pagara renta.

Ya no tengo temas. Ni para fingir. Ni para charlar. Ni para sostener una conversación casual sin parecer una versión sin alma de mí mismo. Soy una especie de reacción química. Un ser que solo responde. Un reaccionario emocional que ya no dice nada propio, que solo contesta por inercia a lo que los demás arrojan al vacío.

No pienso. Y cuando lo hago, lo olvido.
El cerebro me da vueltas como licuadora vieja.
Por cierto, dime tú: ¿qué carajo se le dice a alguien cuando su familiar cumple dos años de haber muerto? ¿“Felicidades”? ¿“Ánimo”? ¿“Todavía no lo superas”? ¿Se brinda por eso? ¿Se calla?

A veces creo que lo único que debería decirse es:
“Sigo aquí, oliendo tu perfume en mi sombra. Y ya no sé si eso me mata o me mantiene vivo.”

Dame un más allá a lo Leonard Cohen.

jueves, 29 de julio de 2010

El martes son del diablo



Si se enteran todos de cómo son las cosas en realidad... —dije, sin atreverme a mirar.

¿Nos van a comer vivos? —completó ella, sonriendo con esa mueca que solo saca cuando le da igual arder.
Exacto.

Se rió, pero con una risa que raspaba.

Eso es lo que nos hace interesantes —dijo—. 
¿Interesantes? —me reí yo, esta vez más nervioso.
—Sí. Contigo es como siempre estar en medio del huracán.

La miré de reojo. Tenía las uñas pintadas de rojo, de ese rojo que no perdona.

¿Y ya le dijiste a ella? —preguntó, mirando al frente.
No. Nadie sabe. Solo tú y yo. Esto todavía es un secreto. 

Ella bajó un poco la mirada. Respiró profundo.

¿Y cuándo lo vamos a decir?
No sé… ¿Qué día es hoy?
Martes —dijo, con la seguridad con la que se hablan los amantes.
Entonces... el siguiente martes.

Se hizo un silencio raro. No incómodo, no hostil. Un silencio con sabor a promesa estúpida.

Ya quiero que sea martes —dijo. Y lo dijo en serio.

Y ahí nos quedamos. Dos idiotas enamorados a escondidas, pactando con los días de la semana como si el tiempo no nos fuera a aplastar igual.



Tuesday's gone with the wind,

Oh, my baby's gone with the wind....

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...